(Carla Corbella)
Transformación sobrenatural, símbolo de trascendencia his-“T tórica, creencia de diversos pueblos.”
Horizontal, fila ocho, doce espacios, su tercera letra es una “S “
Todavía tenía aquella imagen rondándome en lo más hondo de mi mente, mi memoria visual no me permitía olvidar. Aquella misma mañana no había podido resolver esa odiosa definición del cruci- grama de la revista “Vivos” mientras desayunaba en una cafetería cercana.
Sentí el viento helado rasgándome las carnes por debajo de mis dos abrigos incluso antes de abrir los ojos. Me sorprendí a mí misma senta- da en un banco rojo de la plaza principal del ba- rrio inglés, miré a mi alrededor y todo parecía abrumadoramente tranquilo. No me extrañó no saber cómo había llegado hasta allí, “seguramente andando luego de volver de tribunales“ me dije restándole importancia, estaba tan absorta en el último caso que apenas me daba cuenta de mis propias acciones “ya ha terminado, ya lo has re- suelto“ me tranquilicé en un suspiro prolongado tratando de no pensar más en aquel tema. Sin embargo, no podía sacármelo de la cabeza.
“Crimen que involucra la acción de matar a alguien”
– Asesinato. El crucigrama voló por mis ojos por segunda vez en aquella tarde, siempre tan apro- piado.
El caso de Jimena Iriarte estaba volviendo loco a todo Hurlingham, yo era la fiscal encargada de reunir las pruebas, mientras que mi compañera Natalie Robledo, una abogada muy calificada para el caso, era la responsable de defender al acusado en cuestión, un tal Domínguez, que era casualmente el jardinero de turno que estaba en
el momento y lugar erróneo. Yo estaba absolutamente convencida de su inocencia, y tras mu- chos meses de investigación y duro trabajo fue liberado. Gracias a mis esfuerzos y demostra- ciones, había conseguido la evidencia necesaria para condenar a la verdadera culpable a cadena perpetua.
“Organización secreta de criminales originaria de Sicilia, que se caracteriza por emplear la violencia, la intimidación y el chantaje” – Mafia. Maldito crucigrama.
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Había sido muy extraño que una madre hubiera sacrificado a su pequeña de tan solo diez años por no devolver una suma importante de dinero chantajeado a una verdadera mafia de narco- traficantes , se ven muy pocos casos como éstos. Por eso todo el mundo dudaba de la veracidad de mi teoría , que al fin y al cabo resultó ser la correcta. Todo se transforma.
“Nombre común de diversas aves paseriformes, con el dorso de color pardo y el pecho claro con pequeñas motas. Son aves migratorias que invernan en la península Ibérica” - Zorzal
Un zorzal me había sacado repentinamente de mis cavilaciones y por primera vez, contemplé el paisaje detenidamente. Me sorprendió su re- pentina transformación, la última vez que había ido era verano y los prados brillaban refulgentes de verde. Ahora en cambio, los caminos teñidos en tonalidades doradas y marrones crujían con el pasar de los pocos transeúntes que circulaban gracias a la sentencia final del otoño, los árboles teñidos de rojo sangre, que contrastaban con el gris apagado del cielo me infundieron una fuerte sensación de melancolía y mi cuerpo se llenó de vacío, ya no era la renovada niña que jugaba en un colchón de hojas secas en otoño . Todo se transforma, pensé.
Me llamó la atención su forma de caminar, él convertía la incomodidad en elegancia con aquella postura ligeramente rígida, su rostro pálido y fantasmal se fundía en unos ojos intensamente azules. Pasó por mi lado como un suspiro y en un momento pensé que formaba parte del paisaje al reparar en su vestimenta: vaqueros negros y un lustroso tapado de paño marrón.
Me levanté impulsada por una corriente eléctrica que me recorrió la sangre ¿De dónde lo reconocía? Casi me daba rabia no poder recordarlo. Decidí rápidamente seguirlo.
“Transformación sobrenatural, símbolo de trascendencia histórica, creencia de diversos pueblos”- ¡No podía pensar si aquel maldito crucigrama me asaltaba la vista cada dos de tres!
Caminé rápidamente tras de él para seguirle el rastro, pero me inspiraba cierta desconfianza, cierto rechazo que me decía que no lo persiguiera, y por sobre todas las cosas un pavor inexplicablemente intenso. En un instante vi lo que llevaba abajo del brazo: el diario de aquel día, el mismo que apenas había hojeado yo unas pocas horas atrás. Leí un par de frases de la primera página, ya que su gruesa mano me tapaba casi todo el encabezado.
“Virtud que inclina a dar a cada uno lo que le pertenece o lo que le corresponde.” Justicia. Nuevamente el crucigrama.
-“Un poco de justicia”- Decía entre sus gruesos dedos que cruzaban el papel mortecino- “caso Jimena Iriarte”- sonreí apenas, suponiendo que se exponía la resolución del caso y contenta por el momento con mi pequeño triunfo.
El traqueteo insoportable de nuestros tacos resonaba en el pavimento de la calle que estábamos cruzando, me resultaba insufrible aquella monótona y aburrida conversación. Me maravillé en su concentración, miraba fijamente hacia adelante, sin ver nada en concreto, simplemente andaba.
“Vehículo movido por un motor de explosión o combustión interna, destinado al transporte terrestre sin carriles”
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Un convertible tres letras de lujo me pasó zumbando por la espalda, pegué un respingo al reparar en su proximidad ¡podría haberme matado!
EHHH!- Le grité, pero tampoco hubo respuestas. Miré a mi alrededor, nadie se había vuelto para contemplar el espectáculo, incluido mi anfitrión de adelante. Pues mejor, pensé, no queria hacer el ridículo frente a nadie.
“Transformación sobrenatural, símbolo de trascendencia histórica, creencia de diversos pueblos”.
A pesar de las tantas cosas importantes que tenía en la mente en ese momento, aquella definición insistía calurosamente en mis sienes, buscando disuadirme de su importancia. Sacudí la cabeza para concentrarme en el presente, en lo que tenía delante. Lo miré, mi vista estaba bloqueada por la impaciencia, por la desesperación de entender de qué se trataba todo esto, una buena cantidad de adrenalina recorrió mis venas, estiré el brazo, tenía que ver nuevamente aquel rostro tan familiar que me abrumaba tanto.
Lo comprendí todo antes de que mi mano atravesara su cuerpo, antes de que se volviera incorpórea e intangible, antes que se tornara en un tono tan pálido que parecía trasparente e incorpórea. Ahora sabía cómo había llegado hasta la plaza, sabía también como había muerto y quién era mi asesino, miré por última vez su espalda, ya casi estaba al otro lado de las vías, y yo me había quedado a medio camino, pasmada ante la conmoción de lo que se siente saberse muerta. Se dio vuelta un segundo antes de que el ferrocarril golpeara mi intangible cuerpo , sus ojos me atravesa- ron, literalmente , y yo pude leer en ellos su furia asesina , su sed de sangre que había satisfecho con mi propia carne: el hermano mayor de Jimena Iriarte, nunca había pensado que defendería a su madre antes que a su hermana, la primera vez que lo había interrogado parecía tan afectado, tan conmocionado y sensible que jamás se me había pasado por la cabeza que él significara un peligro, pero, estaba entendiendo las cosas por segunda vez , ya había he- cho todo este proceso en el instante en que me clavó aquel cuchillo. Miré el encabezado completo ahora en la parte posterior de un cartel de propaganda:
-Un poco de justicia, fiscal asesinada por resolver el caso Jimena Iriarte.
-Sonreí por la ironía de aquel maldito crucigrama:
“Transformación sobrenatural, símbolo de trascendencia histórica, creencia de diversos pueblos”: Resurrección.
Todo, absolutamente todo se transforma, incluso la vida misma en otra.
Carla Corbella Instituto San José de Calasanz
Nació en Capital Federal el 21 de octubre de 1994. Estudió en el Instituto San José de Calasanz de Hurlingham. A los diez años se mudó a General Rodríguez, en donde comenzó su interés en la literatura con los libros de Harry Potter de J. K. Rowling, para luego extenderse en numerosas obras literarias como las de Dan Brown o las de Jane Austen. Luego de cuatro años volvió a su antiguo hogar en Hurlingham y al Instituto San José de Calasanz. Su libro favorito es “Orgullo y Prejuicio”
de Jane Austen.
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