29 mar 2012

“…y es que seis meses antes conocí a una mujer en Japón. Se había caído por las escaleras y se había estampado contra la pared…ese mismo día le pedí que se casara conmigo”.

Dice que le cambió la vida y le ayudó a relajarse, porque cuando te relajas, te muestras más abierto. Habitualmente está tenso, sin embargo cuando vio la respuesta entusiasta de la audiencia en Río, pensó “No tengo nada que perder” y dejó que la música brotara por sí misma...”Pienso que es lo mejor que he hecho nunca, sinceramente”.
Del mismo modo, describe que el tocar el piano solo le resulta una exigencia física por demás absorbente, porque “…es como si yo fuera tres personas diferentes: una está escuchando, la otra está tocando y la tercera está creando…Se puede hablar de una experiencia espiritual y emocional, pero el asunto en su conjunto es más misterioso de lo que nadie piensa”.
Y así resulta que Keith Jarret (Pensilvania 1945), el último entre los grandes divos del Jazz, acaba de publicar su nuevo disco del que con convicción afirma: “No me da miedo reconocer que algo mío es bueno, no soy un cobarde. Si lo fuera, diría que es una tontería, que soy un pianista como cualquier otro, etcétera, pero no lo creo. Tengo  que ser honesto conmigo mismo. Creo que he creado algo en un formato que nadie ha utilizado antes, y eso me otorga cierto crédito”.
(De una entrevista realizada por Chema García)

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